En la religión cristiana, el padrino, o la madrina, tiene la función de procurar que el bautizado lleve una vida cristiana. A la práctica, entre padrino y ahijado se establece una relación especial y única.
No obstante, cualquiera no puede ser padrino, puesto que deben cumplirse una serie de requisitos establecidos por el Derecho Canónico: